Por Gabriel Rosenbaun

 

«Fue algo injusto, algo que nunca me esperé: lo del dóping positivo, lo que sufrió mi familia, la injusticia y la burocracia de la gente del Tribunal. Fue demasiado. Por ahí trato de obviarlo, porque siempre busco darle para adelante, pero indudablemente fue algo muy feo en mi vida», dice Diego Gerbaudo. El base, que acaba de firmar su regreso a Atenas, se esfuerza por dejar aquello en el pasado pero se nota que es imposible. Lo consuelan, claro, la catarata de apoyos y solidaridad que recibió en aquel momento y la emoción posterior, cuando regresó oficialmente a una competencia profesional y se sintió un niño que volvía a debutar en Primera. Esa emoción visceral, más allá de la razón.

–Según contaste, habías tomado té de coca en la casa de tu hermana. Y a raíz de eso recibiste una sanción que entró en un limbo interminable e inaccesible. Después de luchar muchísimo por una reducción de la pena, recién pudiste volver a jugar un año y dos meses más tarde de aquel antidóping.

–Sí, en realidad fue un tri-mate: viene en saquitos. Era algo que tomábamos siempre mientras yo jugaba en Salta Basket. En el equipo nunca nos habían dicho que podía saltar en un control. Es más, yo sabía que en esa serie por la Permanencia con Ferro había antidóping. Nos habían dicho que no pasaba nada. El día que arruinó todo no teníamos médico ahí, con nosotros, sino al kinesiólogo. Y él nos había dicho que no pasaba nada. Confié en el cuerpo médico…

Gerbaudo, con la camiseta de Salta Basket (Foto: El Tribuno)

–Fue un caso emblemático, porque saltó el «positivo» pero sólo tuviste una suspensión provisional del Tribunal Nacional Disciplinario Antidopaje y después todo cayó en un limbo burocrático. ¿Cómo viviste ese tiempo tan doloroso?

–Muy mal, muy mal. No podía hacer lo que más me gusta y me sentía atado. Tenía que estar en casa, sin hacer nada, pensando todo el día. Ni siquiera tenía respuestas del club, porque se «borraron». Es más, yo me había quedado en Salta Basket pese al descenso para respetar los dos años de contrato. Había tenido otras ofertas de Liga Nacional y no las tomé por respetar la palabra. Es más, creo que si hubiera estado jugando la Liga Nacional y no en la Segunda División no hubieran pasado siete meses sin tener una sanción. Fui tres veces a Buenos Aires a llevar papeles al Tribunal, a la UBA. Me preguntaba por qué me hacían eso. Lo sufrí. Era una traba atrás de otra. La pasé horrible.

El apoyo de los jugadores de Instituto

¿Te sentías juzgado? ¿En algún momento palpaste que tu versión no alcanzaba?

–No, nunca me sentí juzgado. Nunca. Menos aun con la gente del básquet. Me sentí apoyado ciento por ciento. En el ambiente de la Liga se sabe todo. Y me conocían todos. En ese equipo de Salta Basket, «el Negrito» Espinoza y Lucas Goldenberg, por ejemplo, estaban siempre cerca y sabían cómo me manejaba, qué hacía o dejaba de hacer. Quizás haya gente que dude, pero esa gente no me mueve un pelo.

–¿Te golpeó en lo psicológico? ¿En lo económico?

–En lo psicológico, sí, por supuesto. Pero siempre me aferré a mi mujer, Mili, y a mi hija, Nina. Me apoyé mucho en la familia. En lo económico, afortunadamente pude invertir bien. Tengo algunas cositas acá en el pueblo, en James Craik. Sabía que si me llegaba a pasar algo, como esto o una lesión, yo iba a poder seguir viviendo. No soy millonario ni estoy salvado, claro, pero siempre supe que hay una vida más allá del básquet. Lo peor fue lo psicológico. Fue duro.

El apoyo del plantel de Atenas

–Si tuvieses que nombrar algunas pocas personas que no dejaron de apoyarte ni un minuto, ¿a quiénes destacarías?

–Mi mujer, claro. Y mis viejos, mi familia, mis hermanos. Cristian Le Bihan, que vio lo que estaba pasando y se tomó un avión y fue mi abogado en todo el proceso sin cobrarme ni un peso. Veía la injusticia que yo estaba viviendo y se vino de una. Desde entonces, él se puso el caso al hombro. Hubo muchísimos jugadores y dirigentes que trataron de ayudar, de poner su granito de arena. Todos conocen cómo soy yo.

–Suele decirse que estas situaciones tan traumáticas dejan enseñanzas. ¿Te dejó alguna enseñanza o es algo que preferirías olvidar para siempre?

–Si hubo una enseñanza, ésa fue conocer realmente a gente que se acercaba cuando estaba todo bien y después se borró. En el primer año en Salta la «rompí» toda. Casi llegamos al Final Four del Súper 20. Y había dirigentes que se acercaban, me abrazaban, me halagaban. Después desaparecieron totalmente. ¡Unos cracks! Ja. Como siempre, hay gente que está en las buenas y se borra en las malas. Pasa en todos los ambientes. Pero siempre miro para adelante. Ya está.

–Supongo que debés haber reflexionado mucho sobre el dóping, que suele ser un tema tabú. ¿Ahora tenés alguna opinión formada sobre ciertas drogas que no alteran el rendimiento deportivo? 

–Obviamente. En mi análisis lo único que encontraron fue el compuesto que tiene la hoja de coca. No había efedrina u otra cosa «rara», algo que pudiera potenciar el rendimiento. Y eso fue lo que me «salvó»: por eso me redujeron la sanción. Porque el Tribunal aceptó que lo único que saltó en mi análisis es lo que tiene la hoja del té de coca.

La ficha de Gerbaudo hasta su paso por Salta Basket

–¿Cómo buscaste demostrar tu verdad? ¿Qué pruebas presentaste?

–Por momento iba a Buenos aires y no tenía quién me atendiera. Eso fue complicadísimo. Llevaba estudios hechos por médicos y por forenses, por ejemplo. Iba a una bioquímica y me daba cierta vergüenza entregarle el pedido médico para hacerme de manera rutinaria ciertos exámenes médicos para demostrar que no consumía ni cocaína ni marihuana u otras drogas. Pero era necesario para demostrar que no había hecho nada raro. ¿Cómo fue que me tuvieron más de un año parado y después me dieron la razón con que sólo había tomado té de coca?

Gerbaudo contra San Lorenzo, en su regreso a la Liga Nacional en la temporada 2020/21 (Foto: La Liga Contenidos)

–Al mismo tiempo, en medio de esta reflexión, ¿creés que hay que reformular cuáles son las sustancias que son consideradas ilegales para un antidóping?

–Para mí sí, obviamente. Está claro que debería cambiar. Allá en Salta vas a restaurantes que cocinan platos con harina de coca. ¡Y te va a dar un dóping por eso! Con la hoja de coca, en ciertas culturas se hacen un montón de cosas. Es más, creo que hasta hay una cuestión cultural. Si yo no hubiera estado en Salta, sino en Buenos Aires, y hubiera saltado ese antidóping, seguramente no me hubieran creído que era por un té de coca. Creo que hay que tener en cuenta ciertas costumbres y ciertas culturas. Este examen va a París. Y el examen, en París, dice que hay un metabolito de la cocaína, que es lo que tiene la hoja de coca. Pero siento que son cosas que no tienen sentido.

–Una vez que te levantaron la sanción, tu vuelta al básquet se dio en la Liga de Chile, con Puerto Montt. ¿Qué sentiste el día que volviste a pisar oficialmente una cancha como jugador?

–Nunca dejé de entrenar, en Chañares de James Craik y en Independiente de Oliva, porque me invitó Martín González, el entrenador, y me dio un espacio en las prácticas del plantel que jugaba el Torneo Federal. Cuando llegué a Chile tenía unos nervios como si debutara de nuevo. ¡Encima era contra Las Ánimas, el mejor equipo del momento, y de visitantes en Valparaíso! Me fue muy bien en ese partido. Fue muy emocionante.

 

https://twitter.com/debandejabasket/status/1213843570223960064?s=20

–¿La emoción era la de volver a debutar en Primera?

–Me transpiraban las manos. Tenía muchos nervios. Pero también era un desahogo para mí y para mi familia. Siempre voy a estar agradecido con la gente de Puerto Montt. Y ahí tuve otra situación de mala suerte en el básquet: dejamos afuera a Valdivia, que era el último campeón, y llegamos a la final de la Conferencia Sur. ¡Y al toque se suspende la Liga por la pandemia! No lo podía creer.

 

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EL COMUNICADO DE DIEGO AL VOLVER A JUGAR

Hace 14 meses me suspendían por doping positivo por ingerir un té de coca. Hoy me llega la sanción definitiva que me habilita para volver a jugar a partir de hoy.

El tribunal aceptó que ingerí un té de coca y accedió a reducirla a 1 año y 2 meses.

Fue muy duro este proceso que tuvimos que pasar, momentos de dudas, incertidumbre, mucha falta de respuesta.

Pero al día de hoy creo que todas esas cosas serían excusas.

Hoy tengo que centrarme en seguir entrenando y volver a hacer lo que hice toda mi vida con tanta pasión que es jugar al básquet.

Quiero agradecer a todos los jugadores, entrenadores, periodistas y dirigentes que me han apoyado en todo este proceso, también agradecer a mis abogados Dr. Lebhian y Dr. Vazquez que trabajaron de una manera extraordinaria para poder lograr este objetivo.

A Cristian Lebhian le voy a estar agradecido de por vida por todo lo que hizo por mí sin conocerme personalmente.

A Diego Lo Grippo y Leo Hiriart, mi entrenador en ese momento que me apoyaron y escucharon en todo momento.

Mis amigos de James Craik, familia Kholer de Salta y amigos salteños.

También quiero agradecer al Club Chañares, dirigentes, jugadores y entrenadores por darme el espacio para entrenar.

Al Club Independiente de Oliva a sus dirigentes, jugadores (que pasaron a ser mis compañeros) , cuerpo técnico, utilero.

A Martín Gonzalez el entrenador por recibirme en su equipo y hacerme sentir uno más. A Daniel Cesaretti por invitarme al club.

Por dejarme entrenar con ellos y tratarme tan bien.

A mis viejos y hermanos que son de fierro y siempre estuvieron presentes apoyándome y por último a las que se bancaron todo este proceso que fue largo, cada día de la sanción, peleas, lágrimas, enojo, mucha tristeza pero remándola siempre juntos para poder salir y sacar lo mejor de todo esto, levantándome cuando lo necesitaba, Mili y Nina, GRACIAS!!!

Ya paso la tormenta, ahora a arrancar de nuevo con más fuerzas que nunca.