Por Gabriel Rosenbaun

«Tengo un vínculo especial con José. Hasta hoy me pide consejos, porque tanto yo como todos los profes de Maipú sabíamos que no tenía papá y que él necesitaba mucha contención del club. Encima es un pibe súper cariñoso: con sus amigos, con su pareja, con su mamá, con su abuela, a la que él adoraba», dice «Lucho» Juncos.

José es ese pibito criado en Barrio Maipú, el que no paró de pulir su talento natural, el que pasó por todas las categorías de las Selecciones Argentinas, el que acaba de consagrarse campeón de la Liga Nacional y de ser elegido Jugador Más Valioso de las finales. El base que empezó a picar la pelota en ese club de la zona sur de la ciudad de Córdoba y que, de no ocurrir nada raro, jugará la próxima temporada en el Cibona Zagreb de Croacia, en el cual creció Drazen Petrovic.

A continuación, la segunda parte de la charla con Luciano Juncos con De Bandeja Basket.

–De aquella frescura que conociste en José de chico, ¿qué cosas mantiene hoy en el máximo nivel de Liga Nacional?

–Hay muchas cosas que siguen inalterables. En las semis hizo un golazo, con falta incluida, tirando «el látigo». Me acuerdo que le enseñé ese gesto cuando era Mini. Y él me decía que para qué le iba a servir eso. Así que hoy lo cargo y le digo que me debe parte del sueldo porque hace muchos puntos tirando látigos. Ja. En el club hace poco publicaron un video de José, en U13 ó U15, haciendo un doble igual que en las finales de la Liga: encarando por el lado izquierdo y poniendo el cuerpo para tirar. El movimiento es exactamente igual.

–Además, debés «leer» en él cosas que ninguno de nosotros lee al verlo jugar.

–Cuando uno conoce tanto a alguien, sabés cuándo está enojado, cuándo le tenés que dar la pelota. En el quinto partido de la final, hubo un momento en que San Lorenzo levantó jugando muy dinámico, sin sistemas, rompiendo, descargando y tirando. Y José, cada vez que Quimsa metía un gol, pedía la pelota rápidamente y atacaba. Y ahí fue cuando San Lorenzo empezó a remontar.

–¿En lo gestual también podés «leer» lo que le pasa por la cabeza?

–Me doy cuenta rápidamente cuándo está con mucha energía, muy positivo, y veo cuándo necesita ser cambiado: en un momento, él necesita salir para ver el partido de afuera y ahí hace el clic para volver a entrar. En lo actitudinal, José es muy evidente, sobre todo cuando él está muy enfocado en el juego.

–¿Qué significa, para vos, que José haya sido elegido Jugador Más Valioso de las finales de la Liga?

–Son cosas que a un entrenador le generan mucho orgullo, más aun cuando tenés una relación afectiva con ese jugador. Me pasa también con Jony y Lucas Machuca, y en otra medida con «Juanma» Bejar. Todo el club está orgulloso de tener a cuatro jugadores en la Liga Nacional. Volviendo a José, me genera orgullo, satisfacción, pero sobre todo mucha alegría por él. Cuando dirigís a jugadores con menos recursos técnicos, después los ves progresar y sabés que tuviste mucha incidencia. Pero con José es distinto: le explicabas una sola vez las cosas y ya aprendía a hacerlas. Ahora es al revés: yo le pido que me cuente qué cosas hacen sus entrenadores para poder volcarlas nosotros en el club. Y más allá de lo personal, al club le da mucho orgullo que de un lugar tan chiquito salgan jugadores que llegan a ese nivel.

–¿En qué aspectos de juego notás que José mejoró en el último tiempo?

–En la lectura de juego. Porque José siempre fue un base goleador. En los dos últimos años mejoró la lectura. En los Mundiales juveniles ya se veía que empezaba a aparecer entre los máximos asistidores, siendo también goleador. Pero sobre todo estas dos últimas temporadas lo he visto con mejor toma de decisiones y jugando en San Lorenzo, un equipo en el que tenés ocho o nueve jugadores que pueden ser goleadores y todos quieren la pelota.

–En ese nivel de competencia tenés que aprender o aprender. Es un posgrado acelerado.

–Ahí debés saber en qué momento tenés que dar la pelota, a quién entregársela y a quién no, cuándo tenés que tomar vos las riendas. Como dijo Silvio Santander, su entrenador, José es el «talismán» de San Lorenzo, y es uno de los jugadores más jóvenes en cancha, junto a Fjellerup. No hay jugadores más chicos que José, y que la pelota pase siempre por él quiere decir que evolucionó en eso. Es evidente que le dan esa confianza para que tome las decisiones en los momentos calientes. Cuando estaba «el Penka» Aguirre en cancha, muchas veces era un: «Tomá, José: vení y agarrala vos».

–En principio, José irá al Cibona Zagreb. Suena casi increíble la parábola entre Maipú y el club de Drazen Petrovic.

–Que un pibe llegue a tal punto depende de tantos, tantos, tantos factores. Pero la casualidad nunca es determinante. No es casualidad que él esté jugando así. Está muy bien en su vida personal, muy contento, muy asentado. Está de novio con una chica de acá del barrio, su mamá está muy bien, con sus amigos se lleva bárbaro. Son cosas que por ahí no se ven, pero que hacen al rendimiento del deportista. ¡Eso sí, no ve las horas de volver unos días a Córdoba!

 

Colaboración especial: Lucas Llerena

Fotos: La Liga Contenidos y gentileza Lucho Juncos

 

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