Por Gabriel Rosenbaun

 

Se conocen desde 1997. Toda una vida. Casi 25 años de aventuras compartidas, de charlas interminables. De remar contra la corriente o de ponerse felices. Son de esos amigos que pueden tomarse una cerveza en un kiosco, sin grandilocuencias. El lazo afectivo, no obstante, no intercede en otra cuestión: Gustavo Peirone considera que Sebastián González se transformó en un espejo para sus colegas no sólo cordobeses, sino de todo el país.

Como entrenador de Quimsa de Santiago del Estero, «el Seba» ganó en esta temporada la Champions continental, el Súper 20 de la Liga Nacional y ya se metió en la final de la LNB, en la que enfrentará a San Lorenzo de Almagro.

«Lo veo muy bien, muy asentado. Está en la cresta de la ola y lo que más me gusta a mí es que es el mismo Seba de siempre: pero no tiene ni un poquito de vedettismo. A mí me pone muy contento su presente», dice Peirone.

–¿Qué elementos lo ponen muy arriba en este momento?

–Lo veo resolver situaciones con una soltura notable, como si hiciera treinta años que estuviera dirigiendo Liga. Tiene una experiencia que muchos no tenemos y tiene una claridad conceptual notable. Si bien hace varios años que logra resultados en distintos equipos, hoy es un entrenador top. Es un espejo para nosotros como colegas, más allá de que sea mi amigo.

–Es muy particular el cruce, porque son amigos, son colegas, pero también trabajaron juntos mucho tiempo.

–En 1997/98 estuvimos en las formativas de Atenas. En 1998 a mí me salió una oportunidad de dirigir en Barrio Parque y lo llevé a Seba como asistente. Más tarde volvimos a Atenas los dos juntos: yo dirigía el torneo local y Seba era mi asistente. Y unos dos o tres años más tarde nos fuimos a Chile, a dirigir Ancud, con cargos invertidos: él como entrenador y yo como asistente.

–¿Qué tipo de alegría te genera su presente?

–Es un amigo y cuando a tus amigos les pasan cosas buenas te ponés contento. Muy contento. Yo trato de cargarlo, porque él se incomoda si lo halago mucho. El ambiente lo tiene reconocido como un gran entrenador. Y eso me pone feliz.

–De hecho, fue considerado mejor entrenador de la temporada 2020/21 de la Liga Nacional.

–Capaz que él se merece que yo lo elogie mucho más en público. Pero seguramente me mandaría a la mierda, porque no le gusta eso. Ja. Es un tipo de perfil súper bajo. Lo que sí puedo decir es que siento admiración profesional por él. Pero cuando estoy junto con «el Seba» hacemos cosas de amigos, no de colegas.

–¿Cómo es el vínculo cotidiano? ¿Se hablan seguido?

–El mayor tiempo de contacto es para pelotudear, sobre todo para charlar de cosas que no tienen que ver con el básquet. Tenemos un grupo de WhatsApp entre los cuatro: Seba y su esposa, Vicky, mi mujer y yo. Es el técnico que llevó a Quimsa a ser campeón del Champions y el que va a jugar la final de la Liga, pero si no nos vemos hace quince días, nos vamos a tomar una cerveza en un kiosco de barrio. Nos gastamos, nos reímos, a veces nos ponemos serios y también discutimos cuando hablamos de política o de fútbol. La amistad está por encima de toda mi admiración por él como entrenador.

 

Colaboración especial: Lucas Llerena

Fotos: La Liga Contenidos

 

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