Por Gabriel Rosenbaun

 

Más allá de haber dirigido a Instituto en el último tramo de la Liga Nacional 2020/21 y también durante algunos juegos de la Champions continental, el gran sello de Gustavo Peirone está en la cantera de la Gloria: «el Negro», que fue asistente de LNB en varios cuerpos técnicos, llegó al club en 2013 y fue puliendo talentos en las categorías formativas. En 2017, bajo su mando, el club de Alta Córdoba fue campeón U17 del torneo de la Asociación Cordobesa, de la Liga Provincial y del Argentino de Clubes. Dos años más tarde, esa camada fue finalista de la Liga de Desarrollo y estuvo «ahí» de otra corona.

–¿Te genera orgullo haber acompañado y moldeado a esta cantera tan virtuosa de Instituto?

–No me gusta hablar de mí o de resaltar mis méritos por encima de los jugadores, pero sí siento que los he acompañado mucho. Muchísimo. Con «Chiri» Reyes, Fede Pedano, Enzo Rupcic, los hermanos Santiago y Augusto Bruera y Nahuel Buchaillot, por ejemplo, hemos compartido un montón de años. La cantera es una parte importantísima para mí. Seguramente influí en ellos, en cómo quería que jugara el equipo, pero no pretendo decir que hay mucho de mí en ellos. Sólo puedo asegurar que, si tuviera que armar un equipo, a varios de ellos los tendría en mi plantel. Nos conocemos tanto que antes del entrenamiento sabemos si el otro está contento o enojado, si podemos hacer un chiste o no.

–¿Hasta dónde puede llegar esa camada?

–Los títulos que ganamos y todo lo que hicimos en Liga de Desarrollo fueron momentos bárbaros y estoy muy agradecido de haberlos vivido. Lo otro es muy relativo y depende de mil cosas: de las oportunidades que tengan los pibes, del sacrificio que hagan, de la capacidad y de la decisión de ellos de priorizar el básquet como una profesión y no sólo como un juego. Más allá de todas esas variables, hay varios de estos jugadores que se pueden consolidar en la Liga.

–¿Cómo se hace para lograr que esos pibes se puedan desarrollar y den el máximo de su potencial? ¿Entrenar todos los días con jugadores de altísimo nivel o ser cedidos a un plantel en el que pueden jugar 30 minutos por partido?

–Creo que el entrenamiento es muy, muy importante. Si te elevan el nivel de exigencia, el entrenamiento es muy bueno. Pero también es clave que lo puedas traducir al juego. Es muy difícil ese equilibrio entre practicar en un equipo que es protagonista y la inserción de los jóvenes en esos proyectos. A la hora del juego tienen poca participación, poco protagonismo, poca toma de decisiones.

–Más allá de los resultados en Liga Nacional, ¿el trabajo en la cantera es algo «sagrado» para Instituto?

–Se están buscando chicos permanentemente. Se trabaja mucho y bien con los jugadores jóvenes. Lo que luego la dirigencia tendrá que definir es qué quiere a largo plazo. ¿De qué sirve tener veinte juveniles si a determinada edad no se los tendrá en cuenta o hay que cederlos? El sueño de los dirigentes debe ser jugar con pibes reclutados, con sentido de pertenencia, pero en el camino está el querer ganar, el clasificarse para un torneo internacional. Es un equilibrio muy difícil.

–¿Ese papel de «formador» es uno de tus grandes capitales?

–Sin duda. Me gusta, porque me exige a nivel personal. Entrenar a los pibes te obliga a aggiornarte permanentemente. Desde la terminología, el trato, la comunicación. Tenés que actualizarte, porque si no, los chicos no te dan pelota. Así de simple. Tenés que entender que la comunicación de los chicos cambió. Por ejemplo, el teléfono celular es una parte de ellos. En estas burbujas de Liga he visto tres jugadores sentados en la misma mesa jugando al mismo juego, sin mirarse a la cara. En principio, no lo puedo entender. Pero tengo que entenderlo. Por eso me gusta el desafío: buscar cómo llegarles, cómo motivarlos. Y que me den bola, en definitiva.

–Está claro que no sirve de nada quedarse en la queja y ponerles ejemplos de hace veinte años.

–Los chicos saben que antes era distinto. ¡Pero su forma de comunicarse es ésta! Yo tengo un hijo de 18 y uno de 13, y veo que pueden estar sentados en el mismo sillón y hablándose por el teléfono o jugando sin contacto visual. Yo estoy formado de otra manera y viví otras cosas, pero tengo que asumir que ésta es la realidad. Y tengo que conquistar a los jugadores de alguna manera.

 

Colaboración especial: Lucas Llerena

Fotos: Prensa Instituto

 

LEÉ MUCHO MÁS DE LA ENTREVISTA CON «EL NEGRO» PEIRONE

Gustavo Peirone: «No sólo soy mejor entrenador que hace tres meses, sino que tengo otra cabeza como persona»

Peirone: «La Liga nos puso donde teníamos que estar de acuerdo a lo que fue nuestra temporada»

Peirone y el COVID: «Tuve miedo cuando me contagié, pero vivimos de esto y tuvimos que bancarnos ciertas cosas»

Peirone: «Seba González es un entrenador top pero no tiene ni un poquito de vedettismo»