El entrenador sostiene que todo el proceso de su carrera fue posible gracias al apoyo incondicional de su familia; especialmente de su esposa, Patricia, y de sus dos hijos. “Por sí solo no lo hubiese podido lograr, y si se hubiese dado tal vez la familia no sería familia hoy. Afortunadamente tenemos una familia muy consolidada y esto se lo debo a este pilar que es Patricia, que claudicó su vida profesional para acompañarme a mí. Se dedicó a la crianza de Sofía y Francisco, estuvo y está siempre al lado mío”.
“Hoy estoy viviendo un estado de plenitud, que tiene mucho que ver con no seducirte al “sí” de las cosas que se te van presentando. Poner en la balanza y aprender a decir que no”, reflexiona. “No dirijo más porque dije que no. Todavía no bajé toda la persiana, la dejé a media asta sin cerrarla del todo, no entiendo por qué no la cierro del todo. Dirigir en Argentina es extremadamente difícil para mí porque yo no me subiría a la Liga nacional. Tendría que ser una cosa muy curiosa. Una Liga en la que no estoy dispuesto a sobrellevar en la forma en que se juega”, cuenta también.