Por Gabriel Rosenbaun
«Estuve siete meses sin ver y abrazar a mis hijos. Muchísimo. Estaba acostumbrado a no tener contacto diario, durante las temporadas de Liga, pero siete meses fueron muchísimo. Llegó un momento en que no soportaba más», dice Pablo Bruna, pocos días después de haber jugado la serie por la permanencia con la camiseta de Atenas.
La realidad económica y laboral de los jugadores de la Liga Nacional de Básquetbol no es el único tema en el que se sumerge sin roscas, sin vueltas raras. A corazón abierto.
«Fue muy complicado. Mis dos hijos, de mi anterior pareja, viven en Marcos Juárez. Y por la pandemia estuvimos siete meses hasta reencontrarnos. Hablar por teléfono ya se había hecho muy difícil: son chicos y se aburren de hablar todos los días», explica.
–En ese contexto, ¿qué alternativas buscaste? ¿Apareció la solución?
–֪Mi actual mujer me propuso llamar a dos chicas conocidas que enseñan teatro por Zoom. Las llamé y nos pusimos de acuerdo en hacer una clase por semana. Cada profe se conectaba desde su casa, nosotros acá en Buenos Aires y mis hijos desde Marcos Juárez: Francina (8 años) y Juan (5 años).
–Suena extrañísimo, pero la pandemia nos puso a buscar ese tipo de soluciones que antes nos parecían de película.
–Empezaron siendo clases de teatro y terminaron siendo encuentros con juegos y alguna que otra cosa de teatro. Se terminó haciendo una cosa familiar. Y llegó un momento en que mis hijos me decían: “Papi, no te vayas a olvidar que el martes tenemos clases de teatro y hay que llevar tal cosa y tal otra”. Era una hora y media que se pasaba volando.
–¿Cómo fue el momento del reencuentro en persona?
–Apenas se flexibilizó un poquito la cuarentena saqué permiso y me fui a buscarlos. Le dije a mi exmujer que extrañaba mucho a los chicos y que necesitaba tenerlos cerca al menos por unos días. Los traje a Buenos Aires y se quedaron casi dos semanas. Después volvieron en el verano y se quedaron un mes.
–En lo basquetbolístico también se dieron situaciones inusuales. Contaste que de chiquito eras hincha de Atenas y tenías como ídolo a Marcelo Milanesio. Vestiste la camiseta verde pero no llegaste a jugar en el “Poli” Cerutti ni frente al público. ¿Cuán extraño es todo lo que se está viviendo?
–Es muy loco. Me cuesta mucho jugar y que no haya gente, que no pueda ir tu familia, que no puedas jugar en tu cancha. Y voy a hacer una comparación. Acá en Buenos Aires fuimos a un recital de The Beat en un «autoconcierto», arriba del auto. Terminaban las canciones y empezaban los bocinazos. Nos mirábamos con mi mujer y era una sensación muy rara. Para un artista, terminar de tocar su música y escuchar bocinazos debe ser rarísimo. De hecho, el cantante pidió en un momento que bajaran los vidrios, gritaran, aplaudieran, pero que dejaran de tocar la bocina. Es muy extraño lo que estamos viviendo.
–Pero inclusive ahí tenían cierta retroalimentación. En el deporte de hoy tenés a tu banco de suplentes y poco más.
–El público te transmite una energía que sentís en el cuerpo y te permite correr una pelota más, defender una bola más. Obviamente, tenés el aliento de tus compañeros, pero extraño muchísimo al público.
–Más allá de no tener ese aliento, ¿cómo viviste el hecho de jugar en burbujas o estar medianamente aislados?
–Lo más difícil era estar encerrado en hoteles. En Atenas nos cuidaban al máximo. Salvo el primer caso, en el que se contagió Octavio Sarmiento y se tuvo que aislar su compañero de habitación, Juan Torres, no hubo más contagios. Los cuidados del club fueron muy buenos. En la CABA podíamos entrenar poco. Salíamos un poco del hotel para movernos, pero no entrenábamos, porque además se jugaba muy seguido. Llega un momento en que pedís por favor que te dejen ir a ver a tu familia. «Me voy a mi casa; en mi casa se cuidan». Y no podés. Te enoja, porque tenés muchas ganas de salir, pero al final lo entendés.
–¿Se jugaba o se vivía con la preocupación de no contagiarse?
–Yo estuve preocupado cuando aparecieron casos en Regatas Corrientes, porque habíamos jugado hace pocos días. Ahí me preocupé por mí y por mis compañeros. Pero no tuve la preocupación tan latente durante el resto de la Liga. Nos cuidamos mucho, no hicimos ningún tipo de cagadas. Además, desde el club todo el tiempo nos estaban remarcando sobre el barbijo, el alcohol, el no pedir nada desde el exterior del hotel y, si pedíamos algo, que lo supiera el jefe de equipo, para recibirlo y desinfectarlo. Era por la salud de todos y, además, en Atenas nos remarcaban que el club estaba haciendo un gran esfuerzo para poder jugar y cumplir.
–También es una situación súper atípica para los clubes, ¿verdad?
–Va un poco de la mano con lo que venimos hablando del jugador profesional. Ya no se gana tan bien y no podés armar tu vida sólo detrás de la pelota. Y también es muy difícil para los clubes, sobre todo para generar recursos. Sin conocer detalles muy particulares, la construcción de su estadio tiene a maltraer a Atenas. «Felo» Lábaque dejar eso bcomo legado.
–Tenés redes sociales y hoy resulta difícil abstraerse por completo. Sobre ese tema, ¿leías las críticas de los hinchas por priorizar el estadio y no armar equipos más poderosos?
–No es fácil contentar a todos. El hincha piensa que es fácil armar los planteles de la época de gloria. No está fácil para generar recursos y hacer equipos competitivos de nivel internacional como los tuvo el club durante muchísimos años. La situación del país no está demasiado bien y Atenas quiere terminar el estadio. Tal vez después de eso se puede volver a otra cosa. También es indudable que Atenas está en etapa de reconstrucción.
–Es lógica la nostalgia, pero en cierto modo suena a «solución mágica» eso de pedir planteles para pelear el título cuando no están dadas determinadas condiciones.
–La gente puede estar de acuerdo en unas cosas y en desacuerdo en otras respecto de la dirigencia, y está súper bien que sea así, pero Atenas sigue en la Liga Nacional, nosotros no tuvimos ningún problema durante la temporada. De hecho, cobramos al día y hay que valorarlo en este momento económico de la Liga y en esta situación de pandemia. No pienso chuparle las medias a nadie, porque no quiero ni es necesario. Atenas es reconocido en todo el país y está al máximo nivel hace cuarenta años. Y me parece razonable lo de no contratar jugadores que no va a poder pagar.
Fotos: La Liga Contenidos